Te miro como si fueras un reloj de arena,
que no puedo evitar dar la vuelta,
para que te derrames sobre mí
con tanta ansia como la gravedad hace a esas piedras morder el suelo.
Poco tiempo antes de que se acabe el tiempo,
yo te vuelvo a girar,
y aunque el tiempo siga,
volvemos a no avanzar.
Y me muero por girarte de nuevo,
por sentir el tic-tac en el pecho,
por impregnarme del ansia nerviosa y confusa,
que no se puede evitar.
Y te vuelvo a girar.
Ya puedo relajarme un rato,
sólo hasta que vuelve a quedar un cacho de arena para acabar.
Y te vuelvo a girar.
Vuelvo a revivir tus ganas,
y esas reviven las mías.
Vuelve a ser una carrera,
a ver quién se corre antes,
en la espera de que falte
poco tiempo por acabar.
Y te vuelvo a girar.
Porque no quiero que se acabe nuestro tiempo,
aunque por absurdo que sea
-y sepa-
sólo va en espiral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario