Existen
rituales que son más sagrados
que muchas
religiones
de lucir
sotana y guardarse el cepillo.
Como
por ejemplo;
El
cigarro de la risa y el té con tu sonrisa,
disfrazado
de “piti” de descanso…
porque
a veces no hay más calma en el mundo
que la
de dejar de contar pasos dados,
-y que
vendrán-
sentarse,
y simplemente, en silencio
disfrutar
de tu propia soledad
-Que no
es lo mismo que estar sólo.-
Existe
un momento
en que
parece que se para el tiempo
pero corre
tratando de escapar de la rutina,
mientras
miras esa vela encendida
y piensas
en cómo sería tu vida
si hubieras
cogido aquel tren aquel día,
-O no
haberte bajado-.
Existen
olores que acarician
y caricias
que golpean;
Bares
que recuerdan
caídas en
la acera,
y besos
a oscuras…
Que no
dejan de ser rituales
aunque la
caída sea dura
y las
luces a casa, a veces,
signifiquen
llegar al final del túnel de tu cama,
y entrar
en el cielo, o infierno, de tus sueños.
Existen
pasos vacíos
a casas
llenas de amor
que muchas
veces es resignación.
Y pasos
llenos,
a casas
vacías
con espacio
para empezar
tus propios
proyectos de vida.
Existen
gestos que son protagonistas de tus pesadillas,
y voces
que te hacen sentir poco cuerdo…
y todo
lo unimos a algún frustrado recuerdo.
Existen
rabias repentinas,
risas
que descubren la diferencia con sonrisas
y
silencios cortos que dicen más
que discursos
eternos.
Existen
cientos de rituales…
que
encienden tus “buenos días”
o dan
pié –o no - a apagarlos con alegría.
y si no
encuentro final para este poema,
es
porque me vienen miles, millones…
Uno de
ellos, escribir con la sonrisa puesta.
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