¿Recuerdas
aquel invierno en el que fuimos isla?
Pues
las palmeras se cayeron, y los cocos
rodaron hasta el mismo mar donde emergió la gigante ola que nos tumbó.
Y aquel
barco que encalló en ti, arena de isla, se hizo uno contigo;
Mientras
yo, tu parte ahogada, voy viendo los recuerdos que quedaron hundidos tras la
tormenta.
Está el
cofre donde guardábamos las chispas que producían nuestros roces;
Y el
mar las ha apagado, pues aquí tan
profundo el agua es agua negra y mala que todo lo destruye, mientras que en tu
superficie es cristalina y calmada.
Aquí
las corrientes azotan mis cadenas, pero no las rompen,
Y no
veo el sol que (puede que demasiado pronto) nos calentó;
Seguro que
tu arena blanca no se quema a la sombra de tu barco.
Seguro
que ahora sirves de inspiración a pintores,
Que te
prefieren con algo más complejo que un par de palmeras.
Supongo
que a simple vista fuimos simples,
Pero no
sabes lo que ha quedado aquí dentro,
Sumergido
a infinitos relojes de arena que no me
prestas,
Y que
giro con un toque de corriente pero no pasa el tiempo, amor.
Y aquí
en esta soledad oscura y siniestra, en esta calma aterradora,
En este
tiempo que no pasa y que tengo que imaginarte brillar…
Quisiera
ser gaviota que te ve de lejos,
Y más
que verte, preferiría desear no verte, y volar a otra parte.
No a
una isla, a un continente tal vez.
O
quedarme vagando hasta haberte dejado atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario