Es su forma de gritarle al mundo
"aquí estoy" la que me idiotiza,
porque lo grita callada,
sólo que yo silencio al resto
sólo para oír por dónde pasa.
Y aún hoy, prefiero decir
que sigo sin acostumbrarme
a que sea la hora que sea,
siento que llego tarde...
Porque el reloj me lo dejé
de espía en su mesilla,
y desde entonces,
el tiempo está contando
una a una sus colillas.
Y aún hoy, prefiero decir
que sigo sin acostumbrarme
a que me desarme de esta forma...
porque es más fácil llamarme a mí imbécil,
que a ella llamarla zorra.
Y eso que es la más astuta de todas,
y a la que mejor le queda no llevar nada...
que su mejor prenda es el traje de inocencia,
para arrancárselo a mordiscos,
y dejar que ella me muerda la conciencia.
Y aún hoy, prefiero decir
que sigo sin acostumbrarme
a intentar mirar sólo al horizonte,
si ella está en todas partes.
Y la veo ahí a lo lejos,
pero se asegura bien
de que por muchos pasos que de
siempre quede fuera de mi alcance.
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